CONSIDERACIONES SOBRE EL BAREMO PARA LA VALORACIÓN DE LA DEPENDENCIA

14 Nov 2006

Infocop Online ha tenido noticia de que algunos expertos han tenido acceso a los baremos que se van a utilizar para la valoración de la Dependencia y que han sido elaborados por el FICE, Instituto del Envejecimiento de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Con el fin de que los lectores vayan teniendo noticia de las características y cualidades de esos baremos, y hasta tanto no se hagan públicos, hemos querido empezar a recoger las valoraciones que suscitan, haciendo hincapié fundamental tanto en los aspectos técnicos como en las repercusiones profesionales para los psicólogos.

Los dos primeros expertos consultados, que han preferido permanecer en el anonimato, ha comunicado a Infocop Online sus impresiones, las cuales transcribimos a continuación:

 

 1. El Baremo, más bien los baremos, pues son cuatro (Condiciones de Salud, Condiciones de Dependencia, Determinación de la Severidad de la Dependencia e Información Social Complementaria), considerados aisladamente, son buenos. Quizás se podría añadir alguna cuestión, precisar otra, pero parecen completos en cada una de las cuatro secciones, coherentes y fáciles de aplicar. Por tanto, la consideración general de dichas secciones del baremo es positiva.

2.- Ahora bien, se ha dejado fuera de los baremos, y por tanto del proceso de valoración de la situación de dependencia, aspectos que no acertamos a adivinar las razones por las que se han eludido, a no ser las meramente económicas de asignar la tarea de valoración a titulados medios.

Dentro de estas exclusiones, lo psicológico, es decir, la valoración de los aspectos psicológicos implicados en la situación de dependencia, llama poderosamente la atención: aspectos neuropsicológicos y cognitivos en general, emocionales, relacionales desde una perspectiva psicosocial y actitudinales, entre otros. Dimensiones básicas a la hora de realizar una correcta valoración de la dependencia, así como su pronóstico para todo lo relacionado con la promoción de la autonomía personal. Por tanto, el enfoque que se desprende de la propuesta de baremo es casi exclusivamente biologicista, olvidando las recomendaciones de organismos internacionales que sugieren que sea biopsicosocial.

3.- En consonancia con el punto anterior, entendemos que la valoración propuesta conlleva un enfoque netamente paliativo y asistencialista para atender las situaciones de dependencia, dando así al traste con las aspiraciones de las personas afectadas y sus familiares representadas en el movimiento asociativo.

4.- Dejando de lado lo estrictamente corporativo (es decir, la pérdida que esta exclusión supone para nuestra profesión, que no es pequeña), consideramos que todo el proceso de valoración de la dependencia va a quedar sesgado e incompleto, lo cual va a repercutir negativamente en la calidad de la asistencia y, obviamente, en la calidad de los servicios que se presten y, en ultima instancia, en la calidad de vida de las propias personas en situación de dependencia y su entorno.

5.- En la misma línea, si se ha dejado fuera lo psicológico en el proceso de valoración, cabe sospechar que también va a ser excluido del proceso de elaboración del programa individual de atención (PIA). Obviamente, cabe prevenir que las consecuencias de esta reiterada exclusión van a ser, aún si cabe, peores.

Reiteramos que la base de estas consideraciones no son exclusivamente corporativas, que también lo podrían ser, sino que están realizadas desde la consideración de la calidad de la atención. Se va a programar una serie de prestaciones que están condicionadas, entre otros, por aspectos psicológico, quedando paradójicamente excluidos la valoración de los mismos. Si no fuera por su relevancia y trascendencia social, sonaría a broma.

 

6- Todo ello entra en contradicción con la importante labor que vienen realizando desde hace muchos años los equipos de valoración interdisciplinares de los Centros Base, en donde siempre se ha incluido la figura profesional del psicólogo.

7.- Parece deducirse que el baremo ha sido realizado antes de que en el tramite parlamentario se incluyeran nuevos colectivos para ser atendidos en el marco de la Ley: personas con discapacidad intelectual, enfermos mentales y menores de tres años. De ser así, estaríamos hablando de una neglicencia técnica del equipo investigador y de una falta de responsabilidad institucional de la entidad que formuló el encargo.

8.- A mayor abundamiento, parece lógico que el hecho de prescindir de la experiencia de los profesionales de la Psicología en la atención a los colectivos en situación de dependencia, experiencia amplia y determinante en la atención a determinados colectivos, pongamos por caso la discapacidad intelectual y enfermos mentales, no va a aportar ningún beneficio a la atención a esos colectivos. Antes bien y por el contrario, lo lógico es que la atención a dichos colectivos se resienta y, en consecuencia, pierda calidad y efectividad. Y se pretende prescindir de tal cúmulo de experiencia tanto en el proceso de valoración como en el de elaboración del programa individual de atención.

9.- Desde una perspectiva de futuro, mirado con optimismo, cabe la posibilidad de rectificación, en la medida en que, tal y como se recoge en el texto aprobado en el Congreso (ahora en el Senado), el baremo y todo lo relativo a la valoración de la dependencia debe de aprobarse en la Conferencia Interterritorial.

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