LA FOBIA SOCIAL AFECTA A UN 8,2% DE LOS JÓVENES, SEGÚN UN ESTUDIO DE LA UMA – ENTREVISTA A JOSÉ OLIVARES RODRÍGUEZ

28 Feb 2008

Días atrás, diversos medios de comunicación se hacía eco de los resultados de una investigación reciente sobre fobia social en adolescentes murcianos. Según los resultados de este estudio epidemiológico, llevado a cabo por la Unidad de Terapia de Conducta del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad de Murcia, el 8,2% de los jóvenes de entre 14 y 18 años sufren algún tipo de fobia social, y el 3% de los afectados sufre este trastorno de ansiedad en su grado más elevado.

Infocop Online se ha querido interesar por esta investigación y entrevista para sus lectores a D. José Olivares Rodríguez, Profesor Titular de la Universidad de Murcia y director de dicha Unidad. En esta entrevista, Olivares nos habla de los principales resultados de este trabajo.

ENTREVISTA

En primer lugar, nos gustaría conocer algunas de las características de este estudio epidemiológico. ¿Cómo se ha llevado a cabo este trabajo?

El estudio se ha realizado con una muestra de alumnos con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años, matriculados en centros públicos de educación en los que se imparte ESO, Bachillerato y FP, en el Sur de la Comunidad Valenciana (provincia de Alicante: Alicante, Elche, Orihuela, etc.) y en la Región de Murcia (Murcia, Cartagena, Jumilla, etc.). El estudio forma parte de un proyecto de investigación que se viene aplicando en la zona geográfica indicada desde 1998.

 

José Olivares        

El trabajo se desarrolla del modo siguiente: en primer lugar contactamos con los equipos directivos de los centros educativos y les exponemos nuestros objetivos y plan de trabajo. Una vez que el equipo directivo y la asociación de padres del centro nos autorizan, aplicamos los instrumentos de evaluación ad hoc, que previamente habíamos adaptado/creado y validado para su aplicación en este trastorno y rango de edad.

Estos instrumentos los utilizamos para seleccionar a chicos y chicas con puntuaciones elevadas, a partir de los puntos de corte previamente establecidos para cada uno de ellos. Estos puntos de corte incrementan la probabilidad de que podamos hallar entre los participantes seleccionados personas que cumplan los criterios para el diagnóstico de fobia social. Por último, para concretar tal diagnóstico y delimitar otras variables epidemiológicamente relevantes, aplicamos de manera individual una entrevista clínica.

¿Por qué razón la Unidad de Terapia de Conducta del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad de Murcia ha realizado un estudio de esta naturaleza? ¿Qué necesidades se querían cubrir con un proyecto como éste?

Como ya he indicado, el estudio forma parte de un proyecto mucho más amplio. Este proyecto, llamado Programa la Detección e Intervención Temprana en Adolescentes con Fobia Social, tiene su origen, en primer lugar, en nuestra concepción de la Psicología clínica como un instrumento al servicio de la comunidad. Es decir, concebimos nuestro quehacer como un servicio activo, en el marco de la Psicología Comunitaria, por lo que nuestra actitud frente a los problemas psicológicos no es pasiva, no es de espera hasta que el «paciente» aparece, sino que es activa, de búsqueda.

A esta concepción de la Psicología se une el hecho de que la detección, evaluación y tratamiento temprano de cualquier trastorno psicológico incrementa de manera exponencial las probabilidades de éxito terapéutico, dado que el problema todavía no está ni muy consolidado ni muy generalizado (cronificado que diría la psiquiatría), siendo ésta nuestra segunda razón para actuar como lo hacemos.

Por último, cuando nosotros iniciamos esta línea de trabajo en la Unidad de Terapia de Conducta, del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad de Murcia, los pocos estudios epidemiológicos que existían mostraban que la edad en la que se detectaba un mayor número de chicas y chicos que cumplían los criterios para el diagnóstico de fobia social se situaba en el intervalo de 14-16 años; ello fue determinante para tomar como referencia estos tramos evolutivos para nuestro trabajo.

 

El dato epidemiológico hallado (8,2%) ha confirmado lo que ya sospechábamos, es decir, ha constatado que estamos ante un problema de salud pública grave frente al que las administraciones públicas no deberían permanecer pasivas por los costes que conlleva en todos los órdenes, si no se detecta y trata tempranamente. Así, por ejemplo, en el orden económico: elevado consumo de psicofármacos y gran pérdida de horas laborales por bajas facultativas; en el de padecimiento subjetivo: deterioro del autoconcepto y la autoestima; en el desarrollo personal y social: dificultad para establecer y mantener parejas y trabajos que requieran la relación y/o actuación ante otros; en el ámbito académico: abandono de los estudios y/o reducción significativa del rendimiento escolar/académico para pasar desapercibidos; en el contexto de la salud: mayor probabilidad de inicio y mantenimiento en el consumo de sustancias tóxicas; en el propio de la psicopatología: aparición de distimia y cuadros depresivos graves que pueden llevar al suicidio; etc.

Según los datos publicados en los medios de comunicación, el 8,2% de los y las jóvenes murcianos padecen fobia social, siendo un 3% de los afectados que presentan el trastorno con una mayor gravedad. ¿Qué otros resultados destacaría de su trabajo? ¿Qué datos más relevantes podemos extraer del mismo?.

En los órdenes sociodemográfrico y epidemológico, hemos constatado con carácter general que también en población adolescente española se presentan ratios equivalentes a los hallados por otros investigadores en el contexto internacional tanto en la distribución por sexos (3:2; 2:1; siendo mayoría las chicas), como por lo que respecta a la elevada comorbilidad que presenta este trastorno con otros trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y de la personalidad.

 

Nuestros datos también confirman que los chicos y chicas que cumplen los criterios para el diagnóstico de este trastorno sitúan la detección de sus primeras respuestas de ansiedad en el tramo de 4-6 años (26%), siguiéndole el tramo de 12-15 años (31%); entre los 7-9 ( 5%) y entre los 10-12 (13%); entre los 16-18 años sólo lo hace un 7%. Así mismo, los datos muestran que los chicos y chicas que presentan fobia social generalizada refieren un inicio más temprano que los que presentan el trastorno con intensidades leve y moderada.

¿Qué conclusiones y aplicaciones se podrían derivar del trabajo que se ha realizado en esta Unidad de la Universidad de Murcia?

En lo relativo a la intervención, nuestro trabajo a lo largo de estos diez años nos ha permitido realizar diez tesis doctorales que han posibilitado que podamos disponer a día de la fecha de un programa/protocolo de intervención muy estructurado (Intervención en Adolescentes con Fobia Social –IAFS-, Olivares, 2005), que hemos probado que es eficaz, dado que estamos por encima del 80% de remisiones completas en los postest, las cuales generalmente se incrementan en los seguimientos a medio y largo plazo (dos años). Además, es un protocolo que se ha mostrado más eficaz que otros diseñados con el mismo fin y publicados en lengua inglesa; de hecho, en la actualidad una editorial noruega está tramitando con la Editoral Pirámide su traducción al inglés.

Concluiría que se trata de un proyecto que aúna investigación básica con investigación aplicada, que es relevante desde el punto de vista clínico (un 80% de éxito clínico lo avala) e importante de cara a reducir significativamente costos tanto en términos de sufrimiento como relativos al ámbito económico respecto del tratamiento de los adultos con este trastorno.

¿Le gustaría añadir alguna otra cuestión?

Sí. En primer lugar desearía subrayar la relevancia de la ayuda recibida del Ministerio de Educación y Ciencia (proyecto SEJ2004-01471), dado que gracias a ello nos ha sido posible desarrollar la última parte de la aplicación de esta línea de trabajo e investigación.

Así mismo, me gustaría incidir en la necesidad de que las administraciones públicas, relativas a la sanidad y educación, tomaran conciencia de este tipo de aportaciones de la Psicología, no ya sólo por lo que supone respecto del sufrimiento para los chicos y sus familiares, como hemos indicado, sino también por lo que respecta a su tremendo potencial para la reducción del gasto farmacéutico y la pérdida de horas de trabajo por bajas laborales.

Por último, me gustaría recordar, una vez más, que la intervención psicológica en el contexto comunitario a edades tempranas presenta innumerables ventajas para aplicar con mayor probabilidad de éxito nuestras estrategias para reducir/eliminar el sufrimiento humano.

Referencias bibliográficas señaladas

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