LA PSICOLOGÍA ES INDISPENSABLE EN EL TRATAMIENTO DEL DOLOR- ENTREVISTA A ANDONI PENACHO, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN VASCA DE DIVULGACIÓN DE LA FIBROMIALGIA

22 Abr 2010

Se estima que el porcentaje de personas que sufren dolor crónico en nuestro país oscila entre el 10 y el 25%, lo que sitúa el dolor entre los primeros motivos de consulta en Atención Primaria. Cuando la experiencia de dolor se prolonga en el tiempo, a menudo se asocia con problemas de ansiedad y depresión y afecta seriamente a la calidad de vida, pudiendo llegar a limitar el funcionamiento social y laboral de las personas afectadas.

A pesar de las graves repercusiones que supone para la vida diaria y su elevada frecuencia en la población, el sistema sanitario no cuenta con recursos suficientes para hacer frente al dolor crónico, y todavía queda lejos de ofrecer la adecuada atención que precisan estos pacientes, tal y como reclaman los propios afectados.

Para conocer de primera mano las necesidades de este colectivo y su opinión respecto a las herramientas que se ofrecen desde la psicología para el abordaje del dolor, Infocop Online ha entrevistado a Andoni Penacho, Presidente de la Asociación Vasca de Divulgación de la Fibromialgia (www.fibromialgia.cc).


Andoni Penacho

 ENTREVISTA

Como afectado y Presidente de la Asociación Vasca de Divulgación de la Fibromialgia, ¿considera necesario el abordaje de los aspectos psicológicos asociados al dolor crónico? ¿Por qué motivos?

Antes de nada quería agradecerles la amable invitación que me han cursado para poder opinar en su valiosa publicación, siendo como soy un afectado no profesional de la psicología. La respuesta es claramente afirmativa. El principal y más evidente motivo es que el abordaje psicológico ha demostrado científicamente su efectividad, la ha demostrado con una evidencia próxima a la obtenida por la medicina y los medicamentos. Hablando de dolor crónico: no es necesario recordar que convivir con él hace que un amplio porcentaje de las personas acompañadas perennemente por este indeseable compañero acaben desarrollando angustia, estrés, depresión…, por lo que no parece necesario preguntarse qué campo profesional puede aportar más ayuda en este sentido. El hecho de que las personas afectadas puedan recibir de ustedes herramientas que les permitan convivir con su enemigo, sabiendo además que no hay que permitir que se convierta en el eje central de nuestra vida, convierte a la psicología en indispensable.

Recientemente se han empezado a implantar unidades multidisciplinares de dolor crónico en algunos hospitales (como en el Hospital General Universitario de Valencia), donde médicos, psicólogos y otros especialistas trabajan de manera coordinada. ¿Qué opinión le merece este tipo de servicios? ¿Considera necesaria su universalización a todo el territorio?

Las preguntas pudieran parecer sencillas y de fácil respuesta, por tanto, comenzaré por decir que la opinión que me merecen es buena y que consideraría como buena su implantación en todo el territorio. Ahora bien, como quiera que las preguntas no son cerradas, me adentraré en el jardín y daré mi opinión extendida.

Las unidades multidisciplinares de dolor crónico, así como las de fibromialgia son excelentes pero insuficientes para el problema al que han de enfrentarse. Bajo mi humilde punto de vista, están creadas para atajar casos en fase aguda, personas que han llegado a ellas derivadas desde primaria o especializada. No obstante, mientras el sistema no ataque a la base del problema siempre tendremos estos servicios saturados.

La existencia de estas unidades (que repito: yo apoyo) crearán, bajo mi punto de vista, nuevas problemáticas al sistema y me atreveré a narrar alguna de ellas. Los profesionales de Atención Primaria y especializada optarán por lo fácil y lógico, es decir, por la derivación a estos centros de referencia ¿No les ha dotado de estas herramientas, aún pocas, su sistema público de salud? La dificultad radica en que los ahora aliviados derivadores siguen sin estar debidamente formados y, además, tarde o temprano volverán a recibir a su paciente, ya dado de alta ahí arriba.

¿Realmente hay que llegar hasta estas unidades para ver que existe la posibilidad de que médicos, psicólogos y otros especialistas de otros campos puedan trabajar de manera coordinada? 

Y otra pregunta que se me ocurre lanzar es: ¿Los profesionales de la psicología de estas unidades están formados en salud mental o en psicología de la salud? Formulo esta cuestión porque casi toda derivación de Atención Primaria se dirige hacia salud mental y, bajo mi punto de vista, esto es un error. La inmensa mayoría de las personas que sufren dolor crónico y en concreto FM, no tienen, que yo sepa, una patología mental. ¿Se coordinarán entre sí los profesionales de estas unidades con los de Atención Primaria? Como he podido leer de antemano las preguntas que me formulan en esta entrevista trataré de aportar al final de la misma ideas deseables que, bajo mi punto de vista, optimizarían el funcionamiento de estas bienvenidas unidades.

La asociación que preside promueve la investigación psicológica en este campo a través del Premio Internacional de Investigación de Psicología en Fibromialgia (Premio Celeste). Háblenos de los proyectos que han sido premiados en estos años, ¿qué novedades han aportado al campo del dolor crónico?

Como bien indica, el Premio Internacional Celeste pretende fomentar la investigación en fibromialgia (FM). Muy en breve convocaremos la tercera edición que estará dotada con 7.000 euros, aprovecho este magnífico escaparate para indicar que desde nuestra página Web podrán descargar las bases.

En relación a las aportaciones premiadas, éstas destacan la importancia de abordar las variables psicológicas junto con las biológicas y sociales para el correcto tratamiento de la enfermedad. En particular, uno de los estudios premiados se centra en las denominadas variables de competencia, es decir, en la capacidad del propio individuo mediante sus cogniciones para mejorar su salud y calidad de vida. El trabajo ha evaluado la relación entre los recursos cognitivos de control percibido sobre la enfermedad (expectativas de autoeficacia y locus de control interno de dolor), el estado de estrés-recuperación y el malestar afectivo en mujeres con fibromialgia (n= 130). Los resultados han puesto de manifiesto la importancia de estos recursos cognitivos sobre la limitación funcional, mientras que la intensidad del dolor y los otros síntomas de la enfermedad fueron directamente predictores del malestar afectivo. Este trabajo ha sido publicado en la revista Psicothema (2009), vol.21 (3), 359-368, bajo el título «Recursos cognitivos de perfección de control, procesos de estrés/recuperación y malestar afectivo en fibromialgia». El aspecto de que estos trabajos sean publicados es realmente indispensable para lograr así nuestro anhelado objetivo de difusión de los mismos.

Teniendo en cuenta estos datos, se señala la posible interpretación de una buena parte de las técnicas cognitivo-conductuales utilizadas habitualmente para el tratamiento de la fibromialgia como herramientas orientadas a la búsqueda del
correcto equilibrio entre estrés y recuperación, resultando fundamental para ello la modificación de las creencias de autoeficacia y las expectativas de control.
Es por resultados como éstos, obtenidos por un grupo de trabajo de la Universidad Rey Juan Carlos, por los que pensamos que el enfoque profesional debería ser tratado desde la psicología de la salud.

Dentro de los tratamientos psicológicos aplicados al dolor crónico, la terapia cognitivo-conductual es la que posee mayor respaldo científico. En líneas generales, ¿cuál es el grado de satisfacción de los afectados de fibromialgia y dolor crónico con este tipo de intervenciones? Dentro del grupo de afectados, ¿quiénes se pueden beneficiar de este tipo de programas?

En las conversaciones que mantengo con personas, como yo, afectadas de fibromialgia, el grado de satisfacción es elevado. El enfoque que utilizan va más allá de tratar de aliviarnos el estrés o la depresión. Nos informan sobre la enfermedad, nos educan e informan, insisto, sobre la enfermedad, aspecto vital éste ya que, demasiado frecuentemente, hasta llegar a recibir este tipo de terapia ningún profesional nos ha indicado aspectos tranquilizadores de la misma. Otro aspecto que percibimos es que no nos encontramos bajo el estigma de la salud mental; recibimos tratamiento para la enfermedad que nos afecta sin ser sospechosos de nada. Además, adquirimos herramientas para convivir con ella, mejorando nuestra calidad de vida.

Debido a esta sencilla argumentación entiendo que cualquier persona afectada de estas patologías podría beneficiarse de estos programas, sin tener que llegar a estar ansioso o deprimido para poder acceder a ellos.

¿Considera que se están invirtiendo esfuerzos suficientes para lograr una atención de calidad para las personas afectadas de fibromialgia y dolor crónico en nuestro país? ¿Qué sería necesario mejorar dentro del sistema sanitario público en este sentido?

No, rotundamente no. Los esfuerzos son totalmente insuficientes, hablo especialmente del caso de la fibromialgia. El hecho de que la sanidad pública dependa de cada Comunidad Autónoma no debería ser obstáculo para poder tener entre todas las comunidades un criterio único de afrontamiento homogéneo de la enfermedad en España.

Existen órganos, como el Consejo Interterritorial de Salud, comunes a todo el territorio, que bien podrían liderar un proyecto de este tipo donde estuviera presente sí o sí la psicología (alguna sorpresa positiva nos darán). Ahora bien, como quiera que este órgano común tiene, a duras penas, el carácter de recomendatorio, nos encontramos con que debe de ser cierto el refrán que dice «a río revuelto, ganancia de pescadores» y es que las diferentes CC.AA, lejos de competir entre ellas por dar el más eficiente servicio a sus contribuyentes, parecen conformarse con no ser la peor de todas, -dudoso honor éste compartido ex aequo por varias de ellas-.

No sería difícil mejorar las cosas, pero para ello habría que invertir recursos, algo por lo que no parecen estar por la labor, a pesar de que haciéndolo, en muchos aspectos mejorarían incluso ahorrando caudal público.

Hoy por hoy existen estudios serios (me viene a la cabeza el del Dr. Javier Rivera) que indican que haciendo un diagnóstico precoz de la enfermedad no sólo se ahorraría en pruebas diagnósticas innecesarias en la mayoría de las ocasiones, sino que la ingesta medicamentosa sería menor. Siguiendo con esta nada descabellada teoría se lograría atenuar la aparición de comorbilidades. En definitiva, el futuro de muchísimas personas sería mejor. Incluso, fíjense bien, la afluencia a estas unidades multidisciplinares citadas casi al comienzo de la entrevista, sería menor y sus listas de espera se verían reducidas.

¿Qué habría que hacer para lograr este objetivo? Pues formar a los profesionales del nivel primario e invertir recursos en este nivel, -y es este aspecto el que pocos o ninguno parecen dispuestos a tratar sin timidez-; formar a nuestros médicos ya desde la universidad y desde Atención Primaria; incorporar profesionales que ofrezcan la posibilidad de una intervención multidisciplinar centrada en la prevención secundaria (psicólogos), además de completar el trabajo con la acción de otros profesionales que ya están disponibles en el sistema a este nivel (fisioterapeutas).

El médico de Atención Primaria no debería trabajar en soledad con estos pacientes. La formación adecuada de los profesionales que nos tratan debería establecerse desde un enfoque biopsicosocial. De esta manera, se podrían crear grupos coordinados multidisciplinares desde Atención Primaria, que no deberían existir necesariamente en todos los ambulatorios. Todo esto no sería tan caro como se suele suponer, tan sólo habría que destinar recursos que el tiempo demostraría que no fueron tantos. Estas medidas serían totalmente compatibles con la existencia de unidades multidisciplinares, e incluso, las optimizarían. Bajo mi punto de vista, acciones como las aquí apuntadas, conseguirían que la enfermedad nos ganara menos terreno en todos los aspectos, no sólo en el físico, sino también en el psicológico, laboral, social…

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