SÍNTOMAS DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN NIÑOS Y ADOLESCENTES, ¿CÓMO EVALUARLOS?

10 Jun 2010

Bonifacio Sandín, Rosa M. Valiente y Paloma Chorot
Universidad Nacional de Educación a Distancia – Madrid

Actualmente no existe ninguna duda de que la mayor parte de los trastornos o problemas psicológicos que tratan los psicólogos clínicos en sus consultas o en los centros de salud mental son trastornos de ansiedad y depresivos. Aparte de que actualmente los psicólogos disponemos de técnicas altamente efectivas para abordar con éxito estas alteraciones, otra razón que sin duda justifica este hecho es que tales trastornos son los más prevalentes entre todos los trastornos mentales, lo cual es igualmente extensivo al campo de los trastornos que se observan en la población infantojuvenil. Si bien la determinación de un diagnóstico clínico normalmente requiere que el psicólogo haga uso de entrevistas clínicas más o menos estructuradas (Sandín, 2003), éstas requieren mucho tiempo y elevada especialización, lo cual hace que no sean aptas para muchos otros menesteres (clínicos o de investigación) relacionados con la evaluación. Así mismo, la introspección que siempre subyace a cualquier sintomatología y es consustancial a esta misma, puede requerir otras formas de evaluación diferentes a la propia entrevista. En este sentido, los métodos de autoinforme pueden ser alternativas necesarias para cubrir estas necesidades, y/o para completar la información que se obtiene a través de otros procedimientos de evaluación.

Si echamos un vistazo a los diferentes instrumentos de autoinforme que se han venido utilizando para evaluar la ansiedad y la depresión clínicas en niños y adolescentes podríamos concluir que la perspectiva es bastante pobre. En lo que concierne a la ansiedad, sigue prevaleciendo el uso de la conocida Escala de Ansiedad Manifiesta – RCMAS de Reynolds y Richmond (1978; Revised Children’s Manifest Anxiety Scale), a pesar de su antigüedad y de evaluar una amalgama de afectividad negativa más que formas de ansiedad clínica. Algo parecido viene a ocurrir con la evaluación de la depresión; el instrumento más común para evaluar la depresión clínica es el cuestionario de Kovacs, el Children’s Depression Inventory – CDI (1980). A pesar de tener los mismos problemas que la RCMAS, ser largo y a veces farragoso en su cumplimentación por los niños, el inventario tal vez sigue manteniéndose en primera línea de uso por derivar del archiconocido BDI de A.T. Beck (lo cual no es una razón muy convincente). 

Sin poner en duda que en el campo de la ansiedad se hayan producido importantes innovaciones que afectan a la psicopatología y a la evaluación en niños y adolescentes, tales como los desarrollos relativos a nuevos constructos (p.ej., la sensibilidad a la ansiedad) o la aplicación a campos específicos como los miedos y las fobias (véase, p.ej., Echeburúa y de Corral, 2009; Sandín, 1997; Valiente et al., 2003), lo cierto es que se han venido echando de menos instrumentos diseñados específicamente para evaluar conjuntamente los diferentes constructos clínicos, tal y como se describen, por ejemplo, en el DSM-IV. No hace mucho, sin embargo, que Spence (1997) desarrolló un instrumento con el que pretendía precisamente cubrir esta laguna, denominado Spence Children’s Anxiety Scale – SCAS. Mediante 45 ítems (38 para ser más exactos, ya que 7 evalúan deseabilidad social), el cuestionario de Spence proporciona información sobre los siguientes trastornos de ansiedad (subescalas): pánico/agorafobia, ansiedad social, ansiedad de separación, ansiedad generalizada, obsesiones/compulsiones, y miedo al daño físico.

Indudablemente la idea de Spence fue buena, ya que pretendía proporcionar un instrumento de evaluación diferencial de la sintomatología de los principales trastornos de ansiedad. No obstante, la evidencia ha venido indicando que la escala presenta algunos problemas. Por ejemplo, la ansiedad generalizada no es evaluada según los criterios actuales del DSM, y la subescala de fobia específica (miedo al daño físico) suele presentar una estructura inconsistente a través de los diferentes estudios, tal vez debido a la propia heterogeneidad de los miedos (Valiente et al., 2003). La necesidad de revisar este cuestionario parecía evidente, y fue llevada a cabo pocos años después por Chorpita et al. (2000) con el nuevo instrumento denominado Revised Child Anxiety and Depression Scale – RCADS. Aparte de suponer una mejora de la SCAS en su totalidad, lo primero que hicieron estos autores fue suprimir la subescala de fobia específica, inapropiada para un cuestionario de estas características. Además, incluyeron una nueva subescala centrada en el trastorno depresivo mayor. Esta inclusión es muy importante, ya que existe una comorbilidad muy elevada entre los trastornos de ansiedad y el trastorno depresivo mayor, siendo de este modo factible establecer un perfil más comprehensivo sobre la sintomatología de ambos tipos de trastornos a partir de una escala común. Así pues, la RCADS, a través de 47 ítems y sus correspondientes subescalas, permite evaluar los síntomas de los siguientes trastornos: (1) trastorno de ansiedad de separación, (2) fobia social, (3) trastorno de ansiedad generalizada, (4) trastorno de pánico, (5) trastorno obsesivo-compulsivo, y (6) trastorno depresivo mayor.

Lo que hemos llevado a cabo en nuestra investigación basada en una muestra amplia de niños y adolescentes, publicada en la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, ha sido una primera validación de la versión española de la RCADS. El estudio se ha centrado fundamentalmente en examinar la validez factorial del cuestionario, con objeto de contrastar si las dimensiones (o subescalas) establecidas por los autores de la prueba son consistentes o no con los datos empíricos obtenidos a partir de la versión española. Con esta finalidad llevamos a cabo análisis factoriales exploratorios (análisis de componentes principales) y confirmatorios (análisis de ecuaciones estructurales) sobre la RCADS, y obtuvimos datos que en general apoyan la estructura de 6 factores propuestos por los autores del cuestionario. No obstante, una de las diferencias fue que el ítem 37 («Pienso en la muerte») saturaba en la escala de depresión y no en la de ansiedad generalizada. Aunque en la forma original se indica que este ítem es un indicador de la ansiedad generalizada, en nuestra opinión parece más lógico asignarlo a la depresión mayor, al menos si nos guiamos por lo que se indica en el propio DSM-IV-TR, y en la propia lógica basada en la psicopatología de ambos tipos de trastornos. Nuestros resultados apoyaban esto claramente. Aparte de que en el estudio también se examinó la fiabilidad de la RCADS (consistencia interna), proporcionamos así mismo información sobre los datos normativos (medias y desviaciones típicas) para las diferentes subescalas. Obtuvimos diferencias significativas entre chicos y chicas en las siguientes subescalas: trastorno depresivo mayor, fobia social, trastorno de ansiedad de separación, y trastorno de ansiedad generalizada; las puntuaciones eran siempre superiores en las chicas. No encontramos diferencias en los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo y del trastorno de pánico.

Nuestros datos sugieren que la RCADS evalúa constructos separados que corresponden diferencialmente a los grupos de síntomas de los principales trastornos de ansiedad y de la depresión mayor. Se trata, pues, de una herramienta de enorme interés y utilidad en el campo de la psicología clínica. Puede utilizarse en la consulta diaria del psicólogo clínico para determinar el perfil sintomatológico de ansiedad y depresión que exhiben los pacientes, bien como ayuda para determinar el diagnóstico, o bien (o también) para evaluar la evolución de los síntomas y su respuesta al tratamiento. La RCADS posee también importantes aplicaciones en el ámbito de la investigación, tanto en los estudios de campo (p.ej., en estudios normativos o como instrumento de screening), como en los estudios de laboratorio (p.ej., para separar grupos de participantes, o determinar los efectos de una manipulación experimental). Para facilitar su accesibilidad y uso, los autores del artículo incluyen en él la versión española de la escala.

Referencias

Chorpita, B.F., Yim, L., Moffi tt, C.E., Umemoto, L.A. y Francis, S.E. (2000). Assessment of symptoms of DSM-IV anxiety and depression in children: A Revised Child Anxiety and Depression Scale. Behaviour Research and Therapy, 38, 835–855.

Echeburúa, E. y de Corral, P. (2009). Trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide.

Sandín, B. (1997). Ansiedad, miedos y fobias en niños y adolescentes. Madrid: Dykinson.

Sandín, B. (2003). Diagnóstico de los trastornos de ansiedad. Madrid: Klinik.

Valiente, R.M., Sandín, B. y Chorot, P. (2003a). Miedos en la infancia y la adolescencia. Madrid: UNED.

El artículo original puede encontrarse en la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica:

Sandín, B., Valiente, R.M. y Chorot, P. (2009). RCADS: Evaluación de los síntomas de los trastornos de ansiedad y depresión en niños y adolescentes. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 14, 193-206.

Sobre los autores:

Bonifacio Sandín Ferrero. Es Catedrático de Psicopatología de la UNED y Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Obtuvo el grado de Licenciatura (Premio Fin de Carrera) y el Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid con Beca de Formación de Personal Investigador. Director del grupo de investigación de Psicopatología y Salud de la UNED. Ha dirigido investigaciones sobre ansiedad, trastornos de ansiedad, estrés y psicosomática. Director del Máster Universitario en Psicopatología y Salud de la UNED. Director de la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica. Ha sido Director del Departamento de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la UNED.

Rosa M. Valiente García. Es Profesora de Psicopatología en UNED y Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Se licenció en la Universidad Complutense de Madrid, y obtuvo el grado de Doctor en la UNED con Premio Extraordinario. Becada por la UNED en el Programa de Becas Predoctorales. Actualmente es Directora del curso de Especialista Universitario en Psicopatología y Salud de la UNED, y de los cursos de Experto Profesional Trastornos Psicológicos en Niños y Adolescentes, y Técnicas Psicológicas para el Control del Estrés de la UNED. Es coordinadora de Redacción de la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica.

Paloma Chorot Raso. Es Profesora Titular de Psicopatología en UNED. Obtuvo Beca de Formación de Personal Investigador (FPI) del Ministerio de Educación y Ciencia, así como el Premio Extraordinario de Tesis Doctoral por la UNED. Está en posesión del Título de Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Es Directora del curso de Experto Universitario en Psicopatología y Salud y del curso de Experto Profesional en El Maltrato Infantil: Aspectos Clínicos, Prevención y Tratamiento, ambos impartidos por la UNED en colaboración con la Fundación General de la UNED. 

 

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS