Experto en intervención psicológica en crisis y emergencias imparte un curso en el COP de Santa Cruz de Tenerife

19 Jul 2016

COP Santa Cruz de Tenerife

“Una mala noticia bien dada, no cambia nada; una mala noticia mal dada, lo cambia todo”. Esta reflexión, procedente de la experiencia de personas que han vivido una catástrofe, resume y explica la importancia de la intervención psicológica en crisis y emergencias. Así lo expuso recientemente, en un curso organizado por el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, Enrique Parada, psicólogo con un largo currículum en formación, docencia e intervenciones en los más destacados acontecimientos con un elevado número de víctimas que han tenido lugar en España y Europa en los últimos años (accidente del Alvia, la tragedia aérea German Wings o el accidente de Spanair, entre otras).

Enrique Parada reconoció que, si bien “los estudios dicen que no hay evidencias potentes de que la intervención sea útil, los investigadores nos dicen sigan haciéndola, porque no sabemos los mecanismos, pero a la gente que la recibe le van bien”.

Precisó que los estudios señalan que entre el 25-30 por ciento de las personas que han sufrido accidentes de importancia tendrán secuelas psicológicas, mientras que si son víctimas de delitos violentos este porcentaje aumenta (Echeburúa 2004). Además, el estrés postraumático afecta más a las víctimas de agresiones sexuales y violencia de género, en contraste con las víctimas de catástrofes, desastres o terrorismo, en que mayoritariamente no llegan a sufrir esta secuela.

Además, dijo que los expertos internacionales han concluido que la intervención en crisis se debe realizar dentro de las primeras cuatro semanas de ocurrido el suceso. “Pasado este tiempo se puede escorar a situaciones adaptativas o desadaptativas”, agregó.

Las situaciones de crisis suelen ser súbitas, las personas no están preparadas y nos pueden pasar a todos, pero explicó que la razón principal para que requieran intervención es que en estas situaciones las personas pueden causarse daño o hacerlo a otras personas. Es decir, “implican un riesgo potencial de generar situaciones peligrosas, autodestructivas o contra otros”.

“La situación es absolutamente distinta a otras de estrés”, señaló en otro momento, “y las víctimas nos dicen que lo que más les ayuda no es la desactivación emocional, sino sentirse acompañadas, apoyadas, entendidas, respetadas, cuidadas en su dignidad”.

Por otra parte, describió que el impacto psicológico va afectando como una onda expansiva a los familiares, los testigos (que escucharon, vieron, olieron…) hasta los propios psicólogos y el resto de personal interviniente.

Momento de la intervención de Enrique Parada durante el curso celebrado en el COP Santa Cruz de Tenerife

Enrique Parada, que precisó las necesidades de las víctimas (supervivencia, cobertura de necesidades básicas, reagrupación familiar y apoyo, percepción de seguridad), resaltó de todas ellas la demanda de información, en tanto que “la ambigüedad y la incertidumbre es gasolina para el estrés agudo”.

Preguntado sobre el impacto de las imágenes de víctimas en informativos, prensa o Internet, consideró que es “negativo, agresivo, para el enfrentamiento de la vivencia, tanto para las personas que sobreviven a la situación como por sus allegados y familiares. Además esas imágenes quedan permanentemente en internet, y pueden acceder a ellas, lo cual les lleva a un fenómeno como de congelación, de reexperimentación de la vivencia, que no ayuda al afrontamiento del daño que produjo la situación que vivieron”.

También expresó que “vulneran su dignidad, cuando aparecen en un estado que puede ser para ellas vergonzoso”. Por lo que recomendó que este tipo de imágenes deben ser tratadas radicalmente de una manera distinta, como vemos en Estados Unidos, puso por caso.

Sobre la diferencia entre una intervención psicológica en crisis de la intervención para la que se han formado los psicólogos, el experto aclaró que “trabajas con personas con reacciones normales que están viviendo una situación extraordinaria, no con patologías, por eso el carácter de las intervenciones es distinto. Y dado que el objetivo es distinto, también requiere de procedimientos colocados en un orden específico y con técnicas concretas, que pueden coincidir, o no, con la psicoterapia, pero desde un marco estratégico diferencial, desde una comprensión y capacitación concreta. Lo que queremos es que afronte el estado de crisis de una manera sana. Pero sana no quiere decir indolora, sin malestar, sana es natural. Para eso, les damos recursos”.

Preguntado por la atención en crisis a los refugiados que proceden de países en guerra y por posibles planes para atenderlos por psicólogos a su llegada a España, admitió que requieren esta intervención, “independientemente de que haya que hacer otra serie de trabajos con estados traumáticos o con otras dificultades (familiares, sociales). Muchas veces el trauma que ha provocado el éxodo se ve alimentado por el trauma del desembarco en un entorno extraño, estresante, lo cual merece acciones para que las personas puedan ser acogidas y ayudadas en ese estrés agudo que puedan experimentar por todo lo que han vivido, y de ahí ir viendo qué personas necesitan una atención adicional porque ya estén experimentando trastornos psicológicos, y qué personas están afrontando la situación de manera funcional y sana”.

Sobre su presencia en eventos con numerosas víctimas, señaló que “antes éramos pocos los que teníamos experiencia en atención psicológica en catástrofes, íbamos de acá para allá cada vez que ocurría algo, y también por decisión propia. Pero actualmente, me estoy encontrando que cada vez se cumple más el principio de cercanía. Es decir, los colegas de cada sitio son los que van interviniendo”.

No obstante, y al señalarle que el 112 en Canarias no cuenta con un equipo de psicólogos especializado al que activar ante este tipo de situaciones, valoró que “la realidad social nos dice que cuando pasan circunstancias con múltiples afectados, éstos demandan nuestra presencia, por lo cual lo lógico sería que esta atención fuera algo organizado y no una petición de fortuna con una respuesta generosa”. Y agregó que “esa organización se debe realizar en un marco profesional digno, porque los psicólogos no somos una ONG, somos profesionales que nos hemos especializado en esto”.

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