DEL TRABAJO A LA OBSESIÓN – DÍA DE LA SALUD LABORAL Y DE LOS TRABAJADORES

27 Abr 2006

Con motivo del Día Mundial de la Salud Laboral, que se celebra hoy 28 de abril, y del Día Internacional de los Trabajadores, que se conmemora el 1 de mayo, Infocop Online entrevista a Marisa Bosqued en relación a la adicción al trabajo.

Marisa Bosqued Lorente es psicóloga clínica. Licenciada en Psicología en la Universidad de Barcelona en 1979, actualmente trabaja en el CSM del Hospital Provincial de Zaragoza, del Servicio Aragonés de Salud. Es autora de ¡Que no te pese el trabajo! (Gestión 2000, 2005), Vencer la depresión (Desclée de Brouwer, 2005) y Mobbing. Cómo prevenir y superar el acoso psicológico (Paidós, 2006).

En los últimos años, se han ido identificando progresivamente adicciones no relacionadas con sustancias, como son la adicción al consumo, a las nuevas tecnologías o al trabajo. ¿Cómo se define la adicción al trabajo?

Se puede decir que la persona adicta al trabajo es aquella que ha hecho de él el centro de su vida, de tal manera que, el trabajo, ocupa un papel tan preponderante y primordial que resta importancia, e incluso prácticamente anula, todo lo demás: vida familiar, social y de ocio. Toda la vida está, así, organizada en torno al trabajo, que es el objeto adictivo y se ha convertido en una necesidad. Se trata de personas que trabajan compulsivamente, en una necesidad, también compulsiva, de obtener el éxito, la aprobación social y el control que consideran que no pueden obtener de otro modo. Al igual que en el resto de adicciones, también en ésta se produce una fuerte sensación de ansiedad e irritabilidad cuando falta el objeto de la adicción.

Por otro lado, la adicción al trabajo representa una huída de otros ámbitos, en los que se requiere una mayor implicación y responsabilidad emocional y afectiva. Refugiándose en el trabajo, el adicto consigue eludir esos otros compromisos que teme porque experimenta dificultades para desenvolverse en ellos.

¿Cuáles son los síntomas que permiten detectar esta adicción y cuáles son las consecuencias de la adicción al trabajo?

La adicción al trabajo es un síndrome que se instala paulatinamente, en un período de tiempo que oscila entre los 5 y los 20 años. Por ello, tanto el tipo de síntomas como la intensidad de los mismos puede ir variando a lo largo de ese período de tiempo.

La sintomatología se produce en todos los niveles. En el fisiológico, hay estrés y cansancio crónicos, trastornos sexuales, insomnio y trastornos psicosomáticos, como las molestias gastrointestinales o la hipertensión arterial.

En el nivel cognitivo-emocional, puede manifestarse con ansiedad, irritabilidad, depresión; sensación de vacío emocional; necesidad creciente de trabajar cada vez más, tanto en tiempo como en cantidad; infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral, por las que hay además un creciente desinterés; y auténtico pánico a la jubilación o pérdida de empleo, e incluso a los períodos vacacionales, que al adicto al trabajo le parecen excesivos y no sabe «cómo llenar».

A nivel comportamental, la adicción al trabajo se refleja principalmente en disminución del rendimiento laboral, debido al cansancio tanto físico como emocional; alejamiento de la familia (es frecuente el divorcio) y las amistades; y desarrollo de otras conductas adictivas, ya sea al alcohol, el sexo, el consumo, fármacos y otras drogas.

Con respecto a las consecuencias de una adicción al trabajo, hay que decir que éstas son tremendas, tanto para la persona afectada directamente como para su entorno. Como se ha podido deducir ya al hablar de los síntomas, la persona afectada de adicción al trabajo queda –al menos, en los casos más graves- literalmente destrozada: siente un gran vacío emocional; su familia y amigos se han convertido en extraños; ha experimentado una profunda alteración en la jerarquía de valores; y no sabe qué hacer ni cómo llenar su tiempo libre, pues el trabajo no ha dejado espacio para nada más.

¿Existen distintos tipos de adictos al trabajo? De ser así, ¿cuáles son esos tipos?

Aunque los adictos al trabajo comparten entre sí una serie de características, sí existen diferentes subtipos.

Siguiendo a B. Killinger, una de las psicólogas que más ha estudiado este fenómeno, distinguimos entre:

  • El complaciente, llamado así porque para él, lo más importante es obtener la aprobación de sus superiores y compañeros. Es el más sociable y menos ambicioso de los adictos al trabajo.
  • El controlador, para quien lo más importante es controlarlo todo y, en consecuencia, lo que más teme es la pérdida de control.
  • El narcisista controlador, en el que lo que destaca es su personalidad narcisista, sus profundos egocentrismo y egolatría. Dado que es el que presenta la personalidad más desequilibrada de los tres tipos, puede llegar a manifestar, en situaciones de fuerte estrés, fenómenos como despersonalización y/o desrealización.

¿Existe algún colectivo especialmente vulnerable a este trastorno (colectivos que presenten mayor vulnerabilidad)?

Tendríamos que distinguir a este respecto dos cuestiones. Por un lado, las características del entorno laboral; por otro, el perfil personal que condiciona una mayor vulnerabilidad a esta adicción.

Con respecto a lo primero, se produce con mayor frecuencia (de hecho, se fomenta) en entornos laborales fuertemente competitivos y en los que, además se ofrecen incentivos por una mayor productividad. Es el sistema, importado de los EEUU, de «mejor trabajador del mes» o «el premio de un viaje al Caribe» para el empleado que ha conseguido los objetivos marcados.

Pero también existe un perfil personal que favorece la adicción al trabajo. Se trata de personas con un excesivo nivel de autoexigencia y competitividad; con actitudes y comportamientos cercanos al patrón de conducta tipo A. Son personas ambiciosas, con un fuerte deseo de ocupar posiciones de control, poder, éxito y prestigio; con sensación de urgencia e inmediatez en la consecución de sus logros; inseguridad y baja autoestima que necesitan compensar con sus resultados profesionales, obteniendo así lo que Burns denomina «pseudoestima»; y con dificultades en las relaciones personales y renuencia al compromiso emocional.

¿Cuáles son las posibles vías de intervención?

El primer y fundamental paso es conseguir que el adicto reconozca que la relación que ha establecido con el trabajo supone un grave problema, tanto para él como para su entorno más cercano.

A partir de ahí, hay que conseguir que haga balance de su vida y de su jerarquía de valores con el objetivo final de conseguir una vinculación más adaptativa con el trabajo y un estilo de vida más satisfactorio y pleno en todos los niveles. Llegar a este punto requiere un programa terapéutico que incluye los siguientes pasos:

  1. Establecimiento de un contrato terapéutico en el que se establezca el compromiso de seguir las directrices del tratamiento.

  2. Inventario de uno mismo , en el que se realice un análisis en profundidad de la propia trayectoria vital, así como de puntos tan esenciales como qué ha podido causar la adicción, qué se está perdiendo con ella y qué se ganaría superándola.

  3. Establecimiento de un programa de actividades alternativas extralaborales, para irlas desarrollando de manera progresiva y paulatina en el tiempo, contando siempre con la colaboración del entorno más próximo del adicto, especialmente la pareja y los hijos si tienen edad suficiente para comprometerse.

  4. Reducción paulatina de las horas dedicadas al trabajo, con prohibición expresa de llevarse trabajo a casa.

  5. Aprender a organizar mejor el tiempo y a priorizar, esto es, realizar un aprendizaje de técnicas de gestión del tiempo.

  6. Entrenamiento en técnicas de relajación, muy necesario, teniendo en cuenta las enormes dificultades para relajarse que tienen estas personas

  7. Cambio de actitudes, desterrando el exceso de ambición, el perfeccionismo, la autoestima basada exclusivamente en los logros, etc.; lo que se llevará a cabo con un trabajo en profundidad con reestructuración cognitiva, lógicamente adaptado a las particularidades concretas de cada adicto.

  8. Tratamiento de la otra adicción asociada, en el caso de que ésta exista.

Por supuesto, este programa terapéutico requiere de la implicación y compromiso por parte de la pareja y aún de los hijos si están en edad suficiente para ello.

¿Cuál es el papel de la Psicología en estas intervenciones?

La respuesta a esta pregunta ya se desprende de la contestación a la anterior y está implícita en ella. El papel de la Psicología en el tratamiento de un adicto al trabajo es básico y fundamental, porque solamente desde esta disciplina puede darse una respuesta eficaz para la solución de este grave problema, con independencia de que en muchas ocasiones, el primer abordaje se realice desde otras instancias (generalmente, salud laboral o el médico de atención primaria); ya que el adicto, por la negación que hace acerca de la existencia de su trastorno, sólo en muy raras ocasiones acude por iniciativa propia a la consulta del psicólogo. 

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS