RELACIONES ENTRE EL DESARROLLO EMOCIONAL Y MORAL A TENER EN CUENTA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO: PROPUESTA DE UN PROGRAMA DE INTERVENCIÓN

3 May 2006

Concha Iriarte Redín es docente e investigadora del Departamento de Educación de la Universidad de Navarra. Su labor investigadora está centrada en el área de la orientación para la prevención y el desarrollo, y concretamente, en aspectos relacionados con la competencia emocional y socio-moral. Ha participado en diferentes proyectos sobre Cuidadanía y Participación Social, Educación para la Convivencia o Conducta Autodeterminada y es autora de diversos libros, obras colectivas y artículos relacionados con estas temáticas.

Concha Iriarte Redín, Nieves Alonso Gancedo y Ángel Sobrino

Universidad de Navarra

Partimos de la idea de que la educación integral supone, además de una enseñanza de calidad en lo relativo a los contenidos propios de la instrucción, una adecuada formación personal de carácter socioafectivo y moral. En este sentido, hay muchas posibilidades educativas por descubrir y llevar a la práctica, superando el enfoque terapéutico con el que todavía está excesivamente ligado el tratamiento y crecimiento de la personalidad en el ámbito educativo. Además de la resolución de problemas psicopedagógicos o de la prevención primaria de los mismos, y en la línea de la Psicología Positiva (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000), creemos que se han de investigar las acciones que conducen al bienestar y prosperidad de la persona y de la sociedad, y aportar experiencias educativas orientadas al desarrollo de competencias que contribuyan a que los alumnos maduren plenamente y se comprometan socialmente en sentido positivo.

En este contexto surgió el diseño y posterior evaluación del programa PECEMO (Programa Educativo de Crecimiento Emocional y Moral). En el fundamento de este programa están las investigaciones que vienen realizándose en los últimos años y que señalan a la conciencia emocional como la condición necesaria para poder desarrollar el resto de capacidades que componen la competencia emocional (Saarni, 1990, 1993, 1997 y 2000; Salovey y Mayer, 1990; Mayer y Salovey 1993, 1995 y 1997; Goleman, 1995; Cooper y Sawaf, 1997; Salovey y Sluyter, 1997; Shapiro, 1997; Freedman y cols., 1998; Stone-McCown y cols., 1998; Mayer y cols., 2000; Bar-On y Parker, 2000; Ciarrochi y cols., 2001 o Mayer, 2001; entre otros).

Gracias a ellas, sabemos que la conciencia emocional permite reconocer las emociones en el momento en que aparecen, ser consciente de su funcionamiento y consecuencias. Esto posibilita poder ejercer control sobre los estados emocionales, buscando el equilibrio o idoneidad emocional, tanto en su duración e intensidad como en su adecuación a la situación personal y real del momento. A su vez, este dominio favorece el pensamiento flexible y creativo, la toma de decisiones, la toma de conciencia de distintas perspectivas o puntos de vista para afrontar un problema, además de aumentar la atención y la memoria. La toma de conciencia impide que emociones desbordadas interfieran y dificulten el funcionamiento racional, al mismo tiempo que permite que las emociones apropiadas lo faciliten.  

El programa aprovecha también todas las investigaciones que permiten ver las transferencias e influencias que el desarrollo de la conciencia emocional puede tener en otros aspectos del desarrollo humano, como el moral. En este sentido, sabemos que las emociones (Montada ,1993; y Sherman, 1997; Blasi, 1999; Greenberg, 2000; Ben-Ze’ev, 2001; Hoffman, 2002:

  1. Ayudan a descubrir y ponen de relieve las motivaciones e intenciones sutiles y últimas de una acción moral, así como las preocupaciones morales de la persona. Dan la oportunidad de aumentar el grado de conocimiento que se tiene acerca de la propia moralidad.

  2. Tienen un fuerte impacto motivacional a la hora de rectificar o reparar un comportamiento moral inadecuado, reforzar lo que es correcto, reparar el mal causado, compensar a la víctima y buscar el beneficio de todos los implicados; es decir, predicen acciones y compromisos morales.

  3. Indican qué cuestiones preocupan a la persona y son realmente importantes para ella, qué reglas morales sostiene y qué forma tiene de ver la realidad. No sólo muestran que una persona cuenta con una regla moral, sino que la ha interiorizado e integrado en su identidad moral. Las emociones mejoran la percepción moral, orientan y proporcionan apoyo para que adherirse a los principios morales sea más fácil.

  4. Expresan los valores y compromisos más profundos de la persona y proporcionan guías básicas para la conducta moral. Las emociones son una fuente de información fundamental a la hora de tomar decisiones.

  5. Sensibilizan en ciertas situaciones y pueden orientarnos hacia soluciones correctas en casos conflictivos y difíciles donde el poder del juicio analítico puede fallar. Además, en determinadas circunstancias, la respuesta moral no será totalmente correcta a no ser que se acompañe de las emociones adecuadas como, por ejemplo, la compasión, la empatía o la gratitud.

  6. Dirigen la atención, haciendo que ciertas cuestiones ocupen un lugar privilegiado en las prioridades de esa persona y que, conforme a ello, ordene sus pensamientos y acciones, y por tanto, preparan para la deliberación y la elección moral.

  7. Aportan información sobre el bienestar personal, sobre si uno está satisfaciendo o frustrando sus metas o necesidades; informan del «aquí y ahora» pero también sobre la experiencia pasada y el futuro anticipado.

Probablemente, el conocimiento de nuestro mundo emocional puede ser decisivo para alcanzar una mayor integridad, pudiendo desarrollar perspectivas sobre la realidad y respuestas ante las misma menos egocéntricas e inmediatas. Éstas últimas pueden ser sustituidas por metas más a largo plazo, tanto personales como comunes, de modo que la identidad afectiva quede también configurada como identidad moral y el desarrollo de conductas morales supere respuestas básicamente reactivas o egocéntricas.

 

El programa PECEMO, aunque diseñado para trabajar en el ámbito escolar, creemos que es igualmente válido –con las correspondientes adaptaciones- para trabajar en el ámbito no formal o comunitario. Asimismo, creemos que ofrece una alternativa a los programas de educación moral que en nuestro país se centran prioritaria, y a veces casi exclusivamente, en el desarrollo del razonamiento moral. A su vez, en tercer y último lugar, es un material educativo que amplía los objetivos que habitualmente forman parte de los programas de educación emocional, ya que creemos que el desarrollo de la competencia emocional en sí misma no asegura la integridad del comportamiento humano.

Las áreas de trabajo que configuran el programa PECEMO son las siguientes:

  1. Autoconciencia emocional (toma de conciencia de las emociones y también de los pensamientos y las acciones, así como de las relaciones que mantienen entre sí).

  2. Autoestima y confianza personal.

  3. Fortaleza personal (toma de conciencia y mejora de los recursos y apoyos internos con los que se cuenta para afrontar situaciones negativas).

  4. Capacidad para saborear y disfrutar de los momentos buenos y felices de la vida.

  5. Toma de decisiones (prudencia y moderación para decidir y valor para actuar).

  6. Responsabilidad personal.

  7. Fuerza de voluntad y fortaleza para asumir riesgos calculados, para cambiar y para ser preactivos.

  8. Principios guía y búsqueda de la coherencia e integridad personal.

  9. Empatía y mejora de las relaciones interpersonales.

  10. Capacidad de compromiso e implicación con valores que dan sentido a la existencia, que enriquecen, mejoran y «humanizan» a las personas.

  11. Valor para esforzarse, persistir y ser paciente en la lucha por lo que merece la pena y se puede cambiar y mejorar.

  12. Moderación y control emocional.

Una revisión completa del artículo puede encontrarse en el último núemero de marzo de la Revista de Investigación Psicoeducativa: Iriarte, Concha; Alonso, Nieves y Sobrino, Ángel (2006): Relaciones entre el desarrollo emocional y moral a tener en cuenta en el ámbito educativo: propuesta de un programa de intervención. Revista de Investigación Psicoeducativa. Vol. 4, nº 1, 43-64.

Referencias Bibliográficas

Alonso-Gancedo, N. e Iriarte, C. (2005). Programa Educativo de Crecimiento Emocional y Moral: PECEMO. Málaga: Aljibe.

Iriarte, C.; Alonso-Gancedo, N.; Sobrino,A. (2006). Relaciones entre el desarrollo emocional y moral a tener en cuenta en el ámbito educativo: propuesta de un programa de intervención. Revista de Investigación Psicoeducativa, 4 (1), marzo 2006, pp. 43-64 (versión electrónica: abril 2006 en http://www.investigacion-psicopedagogica.org/revista).

Alonso-Gancedo, N. e Iriarte, C. (2005). Emoción y educación moral, en Álvarez González, M. y Bisquerra, R. Manual de Orientación y Tutoría. PD. nº 26. Septiembre.

 

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